Allá por el año 2007, camino de casa llorando, lloviendo, sin entender nada de lo que me estaba sucediendo, recibí un mensaje de un desconocido que me invitó a un taller de constelaciones familiares.
No sabía qué era eso, ni quien me lo mandaba ni por qué ni para qué pero como estaba tan desesperada me agarré a un clavo ardiendo sin imaginar siquiera a dónde me iba a conducir aquello.
Fuí a ese taller con la curiosidad y valentía que me caracterizan, atenta a lo que se decía y sucedía.
Me sentaron en un círculo con otras 30 personas, puse mis manos en las rodillas y cerré los ojos, escuché y seguí las palabras de la guía que nos conducía a respirar con calma para confiar y conectar con nuestra sabiduría interior.
Abrí los ojos y comenzaron a constelar. Vi como salian personas al centro del círculo, como se movían, como lloraban y se reían, como incluso yo participé en alguna y como mi cuerpo se movía sin poner mi voluntad y como sentía emociones sin entender por qué.
Cuando me tocó el turno de constelar mi tema, me quedé de piedra al ver salir a los personajes de mi propia vida y ver como se movían y hablaban exactamente igual que las personas reales. Incluso, salieron a la luz secretos muy bien guardados como el aborto de mis mellizos, y sobre todo la claridad de todo lo que me estaba sucediendo y no entendía.
Ahí descubrí cómo lo aparente no era lo real (mi mente científica petó). Ese día marcó el inicio de una aventura increíble que me condujo, meses después, a formarme como consteladora para acompañar a otras personas a salir del pozo sin fondo en el que tantas veces uno cae.

Comencé la formación en el Instituto de Constelaciones Familiares de Brigitte Champentier donde en el 2009 me hice Consteladora. Estuve trabajando en el Instituto durante un año y después en otros centros de yoga y desarrollo personal. Simultáneamente estuve nutriéndome de otras disciplinas para completar mi formación.

En 2015 alquilé una sala en plena Puerta del Sol (Madrid) donde durante un año realicé maravillosos trabajos grupales. Fue en noviembre de 2016, que dí un paso más y puse en marcha un viaje iniciático de 8 meses que nombré «Paseando por el laberinto de los espejos», sin dejar de hacer sesiones individuales y talleres grupales.

Llegó la pandemia en 2020, me reconstruí como tantos, y comencé a acompañar a los demás de forma online hasta que en marzo de 2023 la vida me paró en seco. Tuve una experiencia cercana a la muerte (ECM) que me tuvo de baja 8 meses.

Si mi vida dió un giro importante en 2007, en 2023 el calcetín se dió la vuelta completamente. Estar tan cerca de la muerte, con un pie en otro plano, volver para contarlo, sentir que es mucho mejor estar allí que aquí, que me devolvieron a la vida por algún motivo, ha hecho que hoy comience una nueva andadura que poco o nada tiene que ver con el resto de mi vida. Si he vuelto es por algo, eso está claro, aunque aún no sé para qué exactamente pero si que tiene que ver con el método que creé en 2013 y denominé MÉTODO ANANDA.